Había una vez…

Aprender por el camino difícil. ¿Porque ir por el trillo si podemos hacer uno nuevo? Y en eso estamos. Y estoy cansada y decepcionada, y triste, e ilusionada. Todo junto y varias veces al día.

Elegimos una familia de varios lados, un marido extranjero, una hijo mitad y mitad, y ahora la extranjera voy a ser yo.

Aprender un nuevo idioma, dejar atrás muchas cosas, renovar, soltar, empezar de nuevo y volver a elegir. Pero hay días que estoy triste, y que siento miedo, y cuando estoy sola es peor.

Y cuando, además, estoy cuidando a JM y me entran esos pensamientos de que no tengo la menor idea de como se cria a un niño, peor.

A veces me gustaría que fuera un cuento de hadas, donde todo termina lindo, comiendo perdices y fueron felices. Pero justamente lo que nadie te cuenta es que cuando el cuento acaba, la vida empieza. A lo mejor con perdices, a lo mejor con asado y ensalada rusa, o con fideos con queso. Y seguro con días de dudas, de rutina, de no saber que cocinar. La princesa despeinada y el príncipe con agujeros en los calzoncillos.

 

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